Señoras y señores
Amigos y autoridades presentes:
Debo confesar que recibir este premio "al periodismo positivo" me tiene algo confundido.
Como le decía a don Eugenio Heiremans, cuando me llamó para comunicarme que había ganado este galardón, yo no estoy acostumbrado a recibir premios, nunca he postulado a uno y podría decir que... hasta me incomodan.
No sé si es un temor injustificado, pero a veces siento que algunos premios tienen una especie de virus troyano, amenazando la independencia que necesitamos los periodistas.
Sin embargo, luego de ver quiénes conformaban el jurado, entre los cuales se encuentran los directores de las Escuelas de Periodismo de la Universidad de Chile y Católica, luego de enterarme que el último galardón fue para la periodista Raquel Correa, debo reconocer que recibir el Premio Carmen Puelma es un gran honor. Un tremendo honor.
Y agrego una frase que este distinguido auditorio nunca ha escuchado:
"Es un premio inmerecido."
Pero es verdad. Y lo digo no porque sienta que no tengo méritos, sino porque detrás de mis reportajes hay, por lo general, un equipo de profesionales sin el cual mi trabajo no podría emitirse.
Pero al grano.... Como este es mi cuarto de hora, espero hacer algunas reflexiones en no más de 15 minutos.
Como todos Uds. saben, a principios de este año, se realizó una emisión extraordinaria de "Contacto" sobre el Caso Lavandero.
Recuerdo con mucha nitidez cuando Eliana Rozas, directora ejecutiva de canal 13, concurrió a la sala de microcine para ver por primera vez el reportaje.
Impactada por los testimonios de algunas niñas víctimas del ex senador, ella se tapaba la cara con sus manos y yo la veía literalmente encogerse en su asiento.
Por razones más que justificadas, tomar la decisión de transmitir el reportaje no fue fácil.
Por eso, hoy quisiera agradecer en primer lugar, la valentía y la confianza de la directora ejecutiva de canal 13, Eliana Rozas. Ella, la jefa del Area de Reportajes, Patricia Bazán, la editora de Contacto, Pilar Rodríguez, todas periodistas y mujeres, repito estas dos últimas palabras, periodistas y mujeres, dieron una tremenda lección de coraje, poniendo sus cabezas en la guillotina, sabiendo que vendrían días muy difíciles por el tremendo impacto que este reportaje iba a provocar.
En este sentido, quiero agradecer en forma especial a mi compañero Raúl Castillo.
El tiempo nos ha dado la razón en forma contundente. Toda nuestra investigación periodística se confirmó y la nueva justicia, luego del traspié inicial, ha superado su prueba de fuego.
Y aunque hoy no tiene sentido hacer leña del árbol caído, me permitiré hacer algunas reflexiones que vayan más allá de este caso.
El fin de semana, mi hermano David, que es ingeniero en informática, me decía que él no podría haber sido periodista porque cuando ejecuta algún trabajo lo que busca es obtener resultados concretos, tangibles, comprobables.
En su área, dos más dos siempre son cuatro.
En el periodismo no es así. Muchas veces nos encontramos con sorpresas y, también es honesto decirlo, otras veces nos equivocamos.
Pero creo que nuestra misión es tanto o más importante que la de un ingeniero. Nosotros, los periodistas, construimos una mirada de sociedad. De la forma cómo informamos y qué informamos puede depender a veces la vida de una persona y las relaciones de grandes conglomerados humanos.
Por eso mismo, a veces siento vergüenza ajena de ciertas formas de periodismo que se observan hoy.
En este sentido, me siento orgulloso del periodismo que se realiza en el programa "Contacto". Anoche, en Nueva York, por ejemplo, mi colega y amiga Carola Fuentes, estuvo a punto de ganar un Emmy por su reportaje sobre Paul Schaeffer.
Aunque resulte paradojal, los reportajes de denuncia son, creo yo, la mejor expresión del periodismo positivo. Si fuera escéptico, si no confiara en que mi trabajo aporta un granito de arena a esta sociedad, no haría este tipo de periodismo.
Y por lo general, la gente no conoce los costos que tienen estos reportajes, que pueden generar muchos aplausos, pero también enemigos peligrosos. Cada vez que denuncio a algún delincuente, Pablo, uno de mis hijos, me reclama que un día de estos lo van a matar por mi culpa. Escuchar esto es duro. Mi familia es mi Talón de Aquiles.
Si hiciera reportajes con sabor a miel, de esos que nunca quedas mal con nadie, también me evitaría los comentarios de algunos columnistas que luego del reportaje sobre Lavandero me calificaron de "buitre" o "canalla".
Afortunadamente, creo tener algunas pruebas para demostrar que mi trabajo sí tiene resultados tangibles y de que es un periodismo positivo....
Solo algunos ejemplos...
.- Un reportaje sobre mujeres chilenas que eran llevadas engañadas a Perú, a prostituirse, permitió que, al poco tiempo, se tipificara la trata de blancas.
.- El Cité de la Droga puso en el tapete los problemas que tenían los jueces para sancionar a quienes, lucrando con el microtráfico, habían descubierto la forma para burlar la justicia.
.- Después del reportaje a los parlamentarios a exceso de velocidad, son cada vez menos las autoridades que, en la carretera, ponen en riesgo no sólo sus vidas, sino que también la de los otros chilenos.
.- Cuando denunciamos la venta masiva de revisiones técnicas en Rancagua advertimos que esto podía ser la punta del iceberg sobre oscuras forma de financiar a ciertos políticos. Esta denuncia fue la mecha detonante del Caso Coimas.
.- Recientemente, la denuncia del gigantesco robo de armas que ha sufrido Arsenales de Guerra del Ejército, permitió dimensionar la facilidad con que los delincuentes consiguen estos instrumentos de muerte.
.- Por último, con el Caso Lavandero, fue posible demostrar que hoy no existen "intocables" y que la prensa puede contribuir a hacer realidad ese sueño de que todos los chilenos seamos iguales ante la ley.
En este caso, quiero detenerme brevemente.
La Fiscalía de la Novena Región, desde septiembre del 2003 hasta fines del 2004, cerró los ojos ante antecedentes que involucraban al ex senador. Durante varios meses fuimos testigos que personas que entregaban valiosos antecedentes no eran tomadas en cuenta quizás por su condición humilde.
La nueva justicia estuvo a punto de naufragar.
Al final, cinco fiscales fueron acusados de negligencia y sancionados, dos de ellos, con la expulsión del Ministerio Público.
A título muy personal, creo que todavía quedan episodios por aclarar y que ahí se debió investigar algo más cercano a la obstrucción a la justicia que negligencia.
Sé que decir esto, a estas alturas, no es políticamente correcto.
Sé que incluso es temerario porque la Fiscalía de la Novena Región aún no sobresee una querella que Lavandero presentó en contra nuestra por haberlo grabado con una niña de 12 años que finalmente fue indemnizada con parte de los 150 millones de pesos que pagó el ex senador.
Pero es imposible mantener silencio, entre otras razones, porque el artículo 161 letra A es una ley nefasta para el ejercicio del periodismo, como bien lo saben ya algunos colegas de Chilevisión, condenados injustamente por denunciar ciertas conductas de juez de la República.
¿Qué pasara en el futuro - me pregunto - si un parlamentario es grabado consumiendo drogas? ¿Sería correcto que, por miedo a este nefasto artículo 161 letra A, que la prensa no denuncie a alguien que justamente tiene en sus manos legislar contra el narcotráfico?
Está claro para todo el mundo que el umbral de privacidad de quienes ejercen cargos de elección popular debería ser inferior al de cualquier otro chileno y que - por sobre todo- debería primar el interés público.
Lamentablemente, no todos nuestros honorables piensan lo mismo.
En diciembre del 2003, la Cámara de Diputados, por 84 votos a favor y una abstención, aprobó el proyecto de Ley de Protección a la Privacidad y a la Honra de las Personas que, de ser ratificado en los mismos términos, significaría para la prensa chilena volver a la prehistoria.
O quizás no tan lejos...
Sentí vergüenza ajena cuando algunos diputados -arrepentidos de su votación- confesaron que no habían leído el proyecto, un proyecto que pone aún más restricciones a la libertad de expresión que el artículo 161 letra A.
Afortunadamente, el Gobierno retiró la urgencia y dicho proyecto se supone que se analizará con más calma y mejor criterio en el Senado.
Cuando se restringe la libertad de expresión, y en esto creo que los periodistas debemos ser majaderos, no son los diarios, ni los canales de televisión los que pierden, sino que nuestra sociedad.
Estoy consciente que Chile ha avanzado en legislación en cuanto a libertad de expresión y que la Ley de Prensa es un paso importante.
Pero creo que todavía falta.
Leí hace algún tiempo que en Costa de Marfil tres periodistas fueron encarcelados por decir que el Presidente de la República traía mala suerte cuando iba al estadio a ver a la selección de fútbol. Por cierto, si hacemos estas comparaciones, podríamos llegar a la conclusión que el periodismo en Chile goza de buena salud.
Pero la autocomplacencia es peligrosa.
No es bueno quedarse en eso de que somos el país menos corrupto de Latinoamérica o del mundo... aunque lo seamos.
La prensa, los periodistas en particular, tenemos que "ser una piedra en el zapato" ante las autoridades. No es nuestra misión convertirnos en amigos o relacionadores públicos, aunque los ministros Puccio y Vidal sean muy simpáticos...
Estoy consciente que, a diferencia del trabajo de mi hermano David, en el periodismo no siempre dos más dos son cuatro, y que por lo mismo es difícil lograr la ecuación entre el derecho a la privacidad y la libertad de expresión.
Pero en estos casos, considerando que la justicia tiene fama de ciega, se agradecería - por el bien de la mayoría - que la balanza estuviese cargada hacia la transparencia...
Mal que mal, el que nada hace, nada teme.
Después de todas las cosas que he dicho, espero que el jurado del Premio Carmen Puelma no se haya arrepentido de haberme otorgado el premio al periodismo positivo.
Para terminar, y para que vean que por lo menos tengo una actitud positiva, quiero señalar que estoy orgulloso de vivir en este país.
Con todos sus defectos, y sus muchas virtudes, es la sociedad donde quiero que vivan los hijos de mis hijos...
Dedico con todo mi amor este premio a mi familia, a Maite, mi esposa, a mis cuatro hijos, Nicolás, Pablo, Beatriz y Alfonso.
Pero en especial, quiero dedicar este premio, a mi adorada madre, quien en estos momentos se encuentra en grave estado de salud. Poco antes que ella perdiera la conciencia, alcancé a contarle que había obtenido este premio. Mi madre, quien hoy ya parece estar más en el Cielo que esta Tierra, me tomó la mano, la apretó con fuerza y exhaló un largo suspiro...
Por esta alegría...
Gracias a la Asociación Chilena de Seguridad...
Gracias a Carmen Puelma, por inspirar este premio y
Gracias a todos por venir a celebrar conmigo esta noche....
5 comentarios:
grande milo
Una obra maestra.Clara ,profunda ,un verdadero aporte
Magnífico discurso! Bem merecido o prémio! Abraço
Sandra ,tienes todo el derecho.Siempre serás bienvenida
Emilio, he sido testigo de tu valentía y de los riesgos que has corrido por develar situaciones, que de dejarlas ocultas nos dañan a todos. Supe de tí desde chica, cuando eras compañero de Jose Luis, en el Aplicación, en Rancagua fui testigo de tu trabajo profesional y riesgoso para tí, por el caso coimas. Muchas gracias por tu valentía...me encantaría que pudieras investigar en la situación policial que hoy existe en nuestro país en el caso de mujeres pobres por cierto, cuando deciden hacerse un aborto (porque las que tienen dinero por ciertos pueden ser "operadas en varias oportunidades de apenicitis en clínicas privadas") y por esa vía llegan a hospitales públicos....en lugar de que los equipos médicos les brinden salud, están siendo denunciadas a la fiscalía, pasando a llevar el sagrado derecho a la confidencialidad del acto médico. Eso ocurrió hace pocas semanas, con una joven universitaria en el Hospital Luis Tizné...me parece el colmo!!!!
También en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos, nuestros legisladores han decretado que toda actividad sexual ejercida por menores de 14 años con parejas 2 años mayor, se presume violación, independientemente que sea una relación consentida...el Servicio de Salud Metropolitano Norte, el año pasado emitió un dictamen obligando a los profesionales de salud a denunciar a cualquier joven de 14 años que acuda a pedir método anticonceptivo, para que la fiscalía investigue si hay violación...Creo que estamos lejos de respetar los derechos humanos en esta materia...y lo que pasa es que nuestros legisladores deciden leyes como polillas ante las cámaras y para quedar bien ante la opinión pública en el contexto del caso Spiniak, no trepidan en disparar a la bandada, para matar a un pájaro.....en fin, te felicito por tu labor periodística y te sugiero investigaciones en el tema de los derechos sexuales y reproductivos de la población chilena
Cariños
Zulema
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